Villa Capri

La decoración es bonita, el sitio algo pequeño para cómo se ve en las fotos y estas como amontonado, la comida pues bien no hay ningún plato que digas Buahh que tremendo, son correctos algo salados algunos. Los baños pues deberían de ser más específicos ya que está mal señalizado. En fin correcto el sitio más no espectacular!

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Nosotros cenamos en el local que tienen en cAlonso Martínez. Todo muy rico, las croquetas de jamón y trufa lo que más nos gustó. La decoración del local y el servicio del personal perfecto. Recomendado 100%

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Fui a este restaurante con mi chico sobre todo en busca de los famosos carbonara en la rueda de queso, sin embargo, han cambiado la carta hace unas semana y los “carbomama” vienen directamente en plato. Ahora los espaguetis que vienen servidos en rueda de queso son los “tartufo” que obligan a pedirlos cada 2 personas, y como no son muy fan de la trufa no me atreví a probarlos, una lastima porque en foto tienen muy buena pinta. Los carbonara en cambio, fueron bastante normalitos, de hecho demasiado densos por la nata para mi gusto y poco sabor a queso, aunque esto puede ser más opinión personal. Lo que no me gusto nada fue la guancialle que estaba demasiado frito (lo llaman crocante), tanto en mis espaguetis como en la pasta all’matriciana que también pedimos. He de reconocer que ésta última estaba espectacular, menos el guancialle. Añado las fotos de todos los platos: 3 mini pizzas de entrantes (la de mortadela estaba brutal), las otras dos, eran muy parecidas y no muy destacables. Espagueti carbonara y los burratelli all’matriciana de principales. Para acabar pedimos un helado de pistacho muy rico. Los camareros fueron muy simpáticos, sin embargo me sentó fatal que nos ofrecieran unos chupitos de limoncello a 4€ cada uno para nuestra sorpresa al ver la cuenta, cuando normalmente son cortesía de la casa. Por último quiero destacará el sitio y la decoración que no defraudan, como un must de los italianos instagramer que se ven en las redes.

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No es oro todo lo que reluce.... Hicimos una reserva en el restaurante atraídos por las buenas reseñas y su estilo diferente con motivo de celebrar una tranquila cena familiar de domingo.  Entramos al local por la puerta destinada a las reservas pero allí no nos recibió nadie. Pasaban los camareros si tan siquiera reparar en nosotros. Esperamos 10 largos minutos ninguneados por sus miradas hasta que tuvimos que asignarnos una de las mesas libres a voluntad. Ya sentados advertimos la incomodidad de la mesa, con unos sillones muy bajos y una mesa alta en la que apenas cabíamos los 4 apretujados.  El ambiente se percibía caótico con un ir y venir de camareros aderezado por un molesto hilo musical que imposibilitaba la charla a un volumen normal. A pesar del trajín, tardaron bastante en atendernos, lo cual podría ser comprensible dado que estaba casi lleno.  Si la comida hubiera equilibrado la balanza no habría hecho esta reseña pero tanto su sabor como la preparación raspaba el aprobado y la sensación de incomodidad que percibimos nada más llegar fue en crescendo durante la cena.  La guinda del pastel fue advertir en la cuenta que nos habían cobrado 8€ por un entrante de pan que nadie había pedido y nadie había comido, lamentable. Pensaba que los restaurantes eran otra cosa...pero debo de estar desfasado: ahora la gente va allí a hacerse fotos poniendo caras y el ambiente empieza a parecerse cada vez más al de un bar o discoteca, donde se da más importancia a las apariencias (en este caso con una hortera decoración kitsch y camareros alternativos abigarrados de tatuajes) que al trato, servicio y por supuesto la calidad de la comida. 

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Llegamos a Villa Capri atraídos por las buenas valoraciones, y quizá por llevar las expectativas tan altas nos fuimos un poco decepcionados. La decoración del local es preciosa pero el mobiliario no es nada cómodo y las mesas son bastante pequeñas. Pedimos varios entrantes que nos gustaron, pero los espaguetis carbonara, su plato estrella, no nos parecieron gran cosa, de hecho estaban demasiado salados. Cuando llegó la cuenta no nos gustó que nos cobraran casi ocho euros por el pan (que no habíamos pedido y que pensábamos que sería cortesía de la casa). En definitiva, el sitio está bien para vivir la experiencia pero hemos comido mejor comida italiana a mejor precio en otros lugares.

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No resultó como esperábamos. Quizás la expectativa que teníamos era demasiado alta por lo que no se cumplió. El local es bonito pero tienen demasiadas mesas, sobrarían la mitad para hacerlo más agradable y exclusivo. El aire acondicionado como si no estuviera. La comida bien sin más, sinceramente lejos de buenos italianos en el que hemos tenido el placer de comer. Las bebidas, en concreto el agua estaba caliente. La sensación con la que comes es de estrés. Nos trajeron todos los platos a la vez y la cuenta sin haberla pedido. Sintiéndolo mucho no creo que repitamos.

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Italiano de verdad! Bien ambientado y con detalles muy cuidados. Carta interesante y croquetas de trufa magnificas! La pasta es casera y con trufa magnífica, la carbonara algo salada pero merece la pena. Carta de vinos interesantes de Italia. Id y probad!

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No es un mal sitio, pero tampoco lo describiría como bueno. La comida es muy muy sin más y no sientes que estés comiendo italiano con sazón italiano como tal, sino que eso, sin más. El ambiente, la decoración y la vajilla son muy bonitos y se ve la intención de ponerle detalle a todo, así que por ese aspecto está bien. El servicio bien, camareros y hostess simpáticos, pero no destacables. No se come mal, pero si tienes ganas de italiano es mejor escoger otro restaurante que realmente sea de sabores más auténticos. Este es más sitio para ir a impresionar por la decoración y hacerse fotos.

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