THE DUCHESS

Recomendado para celebraciones. El solomillo Wellington excelente.

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Cenamos mi madre y mi hermana pedimos una mesa redonda y en efecto se nos concedió, le doy 5 estrellas por la atención el camarero que no atendió un 1010 fue muy amable y nos recomendó a la perfección la comida fue muy buena sin duda pero la atención supero mis expectativas.

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Que mal la pase!!! Me intoxique 🥹 ya michelin no es lo que era. Después del COVID ya nada es lo mismo borre la App. Desde el comienzo entre plata y plato demora de 20 minutos pedí la cuenta antes de que llegara el plato principal era el aniversario con mi esposa y fue un desastre y lo peor de todo. Con las patatas con trufa nos intoxicamos y nos arruinó la noche y el día de hoy. Parece que el plato estaba en mal estado. Un desastre

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Muy mal servicio hace 40 minutos estoy esperando el plato principal y para tomar algo demoraron 25 minutos de no creer NO LO RECOMIENDO EN ABSOLUTO

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En realidad no es un problema específico de este restaurante, es un problema de la restauración de Holanda y de otros países europeos. Tiene lugar una curiosa combinación, que da como resultado una experiencia penosa para el cliente: una cocina mediocre; una experiencia de servicio mediocre; unos precios muy altos; y una actitud arrogante del servicio de sala. Cierto es que siendo español y pudiendo disfrutar de un país en el que se puede degustar un menú en un restaurante con estrella Michelin por 100 euros, nuestro nivel de exigencia es muy alto, por simple comparación. Por ello cuando se llega a un restaurante como este, ya empiezan a chirriar algunas cosas: - Ambiente oscuro, con barra al fondo. La obsesión en el centro y norte de europa, que exportaron a EEUU, de que un restaurante elegante debe ser oscuro, es patética. Y tener la barra en el mismo espacio de las mesas es una paleteria. - Mesas sin servicio de manteles y cuberteria, cristaleria y vajilla mediocres. No hay que confundir lo moderno y lo cool con lo cutre, que es lo que pasa en muchos casos, tratando de camuflar un ahorro de costes como una apuesta por el diseño. Pero sólo los pardillos caen en este truco tan burdo. - Aceptamos la recomendación de un menú de degustación, tras la arrogante afirmación del camarero de que con sus 15 años de experiencia conocería mejor que nosotros mismos lo que deseábamos cenar. En fin, la supuesto cocina, un cruce entre la francesa y la italiana, no de

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