Posada Restaurante la Giraldilla

Íbamos con mi hija y el carrito y por la terraza nos pareció un buen lugar. Nada de eso. El servicio desastroso, lentos, con poca gana, se les escuchaba discutir a los camareros, raciones pequeñas para el precio que tiene. Reconozco que la comida está buena. Baños en mal estado. Precio Menú: 20€

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La terraza es bonita y verde, tranquila. Eso ha hecho que nos parezca un sitio interesante para comer, pero es un engaño: -Comida escasa, de mala calidad - Baños sucios y sin jabón. -un váter roto sin parar de echar agua y lleno de telarañas (parecía ambientado en Halloween). Además, nos iban a poner los cubiertos con la mesa llena de restos de la comida anterior y hemos tenido que pedirle que la limpiara. En fin, una experiencia horrible.

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Fuimos a comer. Espero que el hotel sea mejor que el restaurante. Mal servicio,peor comida. Tomadura de pelo por un menú de 19€ que no debería cobrarse ni 8€. La comida estaba fria,te la devuelven recalentada y pasada. Platos sin calidad ni cantidad.etc,etc. No todo vale, aunque sea agosto.

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Tras reservar para comer , llegamos al restaurante y nos comentan que esperemos en la terraza de fuera hasta que tengan la mesa preparada ya que llegamos con antelación. Después de 20 minutos de espera, acude un camarero y pregunta si necesitamos algo de beber mientras tanto. Pedimos y nunca llegaron las bebidas. Esperamos 10 minutos más y avisamos al camarero para ver si estaba lista la mesa y que por favor trajera las bebidas, asiente con la cabeza. Nuevamente esperamos y se acerca una segunda persona a decirnos que no hay ninguna reserva a mi nombre. Moraleja: el que mucho abarca poco aprieta. No volveremos

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Lugar muy agradable con un jardín que invita a entrar y comer o tapear. Mi experiencia fue nefasta, una desorganización total y unos modales (voces) de una camarera para con sus compañeros diciendo cosas increíbles sobre su incompetencia, como si los cliente no lo entendieran, daba vergüenza ajena. No pudimos comer y en su lugar tomamos dos raciones para salir del paso y nos las comimos con las manos pues no nos pusieron ni tenedores ni servilletas. La verdad es que estaban desbordados, pero nos podían haber dicho que no podían atendernos.

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