Enoteca Arburi

POSIBLEMENTE LA PEOR EXPERIENCIA CULINARIA DE MI VIDA Esta única estrella viene motivada porque no hay opción de dar estrellas negativas. Comer en esta “Tourist trap” hizo que la visita a un pueblo tan encantador como Laguardia, se convirtiera en una deplorable experiencia. Atraídos por la localización del restaurante en cuestión, desafortunadamente, decidimos sentarnos. El camarero ya nos avisa inicialmente de la falta de algunos platos en la carta, por lo que dejamos que nos oriente con lo que sí que tenia para servir. El camarero podría tener muchas cualidades. Servicial y educado no eran ninguna de ellas. Terriblemente lento y deficiente el servicio, pese haberles informado que teníamos algo de prisa, empieza a incomodarnos la situación. Algo que nos sorprende ya que solo había otra mesa en la terraza. El suplicio empieza al sacar los platos. Uno a uno. Decir que la comida era “mediocre” seria jugar con eufemismos. La dantesca pinta de cada ración era únicamente superada por el abominable sabor de cada una de ellas. Cuán difícil es hacer unas patatas bravas comestibles? Para calentar comida en lata en microondas no hace falta ir a ningún restaurante… Como es posible que necesitáramos agua para bajar la comida por la garganta? Aunque por salvar, no salvábamos ni el agua… La broma pesada no terminó ahí. La estocada final vino cuando el camarero sacó la cuenta. Decidimos chequearla debido a su notoria cuantía. Para nuestra sorpresa, nos habían cargado 40 euros de más en botellas de vino que no habíamos pedido. Quizá no hubiese sido descabellado beber todo ese vino para hacer esta “comida”, algo más llevadera. Sintiéndonos profundamente estafados e insultados, decidimos pagar e irnos, únicamente cuestionándonos la viabilidad de tan irrisorio establecimiento. Manolete, si no sabes torear, pa que te metes?

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POSIBLEMENTE LA PEOR EXPERIENCIA CULINARIA DE MI VIDA Esta única estrella viene motivada porque no hay opción de dar estrellas negativas. Comer en esta “Tourist trap” hizo que la visita a un pueblo tan encantador como Laguardia, se convirtiera en una deplorable experiencia. Atraídos por la localización del restaurante en cuestión, desafortunadamente, decidimos sentarnos. El camarero ya nos avisa inicialmente de la falta de algunos platos en la carta, por lo que dejamos que nos oriente con lo que sí que tenia para servir. El camarero podría tener muchas cualidades. Servicial y educado no eran ninguna de ellas. Terriblemente lento y deficiente el servicio, pese haberles informado que teníamos algo de prisa, empieza a incomodarnos la situación. Algo que nos sorprende ya que solo había otra mesa en la terraza. El suplicio empieza al sacar los platos. Uno a uno. Decir que la comida era “mediocre” seria jugar con eufemismos. La dantesca pinta de cada ración era únicamente superada por el abominable sabor de cada una de ellas. Cuán difícil es hacer unas patatas bravas comestibles? Para calentar comida en lata en microondas no hace falta ir a ningún restaurante… Como es posible que necesitáramos agua para bajar la comida por la garganta? Aunque por salvar, no salvábamos ni el agua… La broma pesada no terminó ahí. La estocada final vino cuando el camarero sacó la cuenta. Decidimos chequearla debido a su notoria cuantía. Para nuestra sorpresa, n

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No se salva nada: comida y atención de lo peor que he experimentado en mi vida. No se dejen engañar por la ubicación. Es lamentable, no sé como no se les cae la cara de vergüenza.

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