Bar Bozza

¡Qué agradable velada! Comimos (y bebimos) muy bien 🤤 Propuestas originales capaces de hacerte vivir un viaje por los sabores de diferentes lugares pero que consiguen integrarse bien con el ambiente que encierra este lugar. Los chicos saben hacer bien su trabajo y eso se nota, muy bien. ¡Vale absolutamente la pena ir allí!

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hermosa velada, los dueños muy amables y muy preparados tanto en el menú como en los vinos. los platos de excelente calidad, creativos y sabrosos. Primera vez que probé mollejas, un sueño. muy recomendable. y sobre todo precios honestos. nada que añadir, sigan así chicos, ¡bien hecho!

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Increíble restaurante independiente y bar de vinos naturales en la zona de garbatella. El personal es muy agradable y personal. ¡No te pierdas esta zona y restaurante si estás en Roma!

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Finalmente un bar espumoso en Roma. Ambiente joven y dinámico. Espectacular selección de vinos naturales y biodinámicos, en los que los niños están muy bien entrenados. Cada sorbo de zumo de uva es para acompañarlo con los fantásticos y muy interesantes platos para compartir (o no) de la cocina. El bocadillo de cerdo y mantequilla de avellanas, el tartar de fassona y el satay de escarola son una locura. Todo bien. ¡¡¡Buenos chicos, adelante a toda velocidad!!!

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Me cuesta entender cómo puede tener 5 estrellas. Después de haber luchado solo por saber si podíamos tener una mesa (pese a que la mitad estaba libre), nos ofrecen un aperitivo bastante escaso (tres rebanadas de mortadela, un cubo de palomitas y un tarro de altramuces) pero decidimos ordenar de todos modos. Pedimos añadir dos raciones de focaccia con jamón. Nos sirven tres spritz no identificados, ya que tenían de todo excepto spritz (todos los dejamos tan pronto como los probamos). También nos dicen groseramente que en media hora tendríamos que limpiar la mesa porque dos de nosotros (de 8) no habíamos pedido (como si pudiéramos pensar en compartir lo que nos trajeron). Las palomitas no fueron recibidas, tuvimos que pedirlas; las focaccias son solo una porción (por el enésimo olvido), que resultaron ser dos bocadillos del tamaño de un botón que en 6 era imposible compartir. Nos sentimos avergonzados incluso de pedir más dada la constante mala educación de lo que parece ser el dueño. No hace falta decir que nunca nos volverán a ver, y que las críticas claramente no son fieles a la realidad (lo que hace dudar de la seriedad del lugar en sí). No nos vamos sin pagar solo porque somos más educados que ellos.

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